Cada día se aborda con mayor apertura la relevancia de la salud mental y su impacto trascendental en la vida cotidiana. Se ha logrado, con éxito, promover la concienciación y difundir información acerca de las diversas patologías o afecciones psicológicas existentes, así como las estrategias disponibles para abordarlas. Este progreso ha representado un avance significativo en la deconstrucción del estigma asociado a los trastornos mentales y a la búsqueda de tratamiento psicológico, fomentando una percepción más empática y comprensiva hacia estas condiciones.
Sin embargo, persiste un notable desconocimiento, incluso dentro de la comunidad médica, acerca de la gravedad que conllevan los diversos tipos de trastornos de personalidad, padecimientos que afectan a una porción considerable de la población mundial. Entre estos trastornos, uno de los que ha generado mayor atención y debate es, precisamente, uno de los más severos y complejos: el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP).
¿Qué es el Trastorno Límite de la Personalidad?
Este trastorno se conceptualiza como una psicopatología mayor, ampliamente reconocida por la presencia de patrones inestables en la autopercepción y en las dinámicas interpersonales, lo que configura una naturaleza emocional profundamente compleja y volátil. A menudo se emplea la metáfora de un equilibrista que avanza precariamente sobre una cuerda floja, sin una barra estabilizadora que le permita mantener el equilibrio. La falta de este soporte provoca que oscile de manera constante entre extremos opuestos, en un vaivén emocional que, en situaciones críticas, puede desembocar en la pérdida total del equilibrio y, finalmente, en una caída abrupta. Uno de los rasgos más comunes y recurrentes en este trastorno es el temor al abandono, un miedo profundamente arraigado que puede manifestarse en comportamientos extremos y desesperados, destinados a evitar a toda costa la separación o el rechazo. Este temor se convierte en un eje central que condiciona la forma en que el individuo se relaciona consigo mismo y con los demás, generando un ciclo de ansiedad y dependencia.
El Trastorno Límite de Personalidad también se caracteriza por un pensamiento altamente polarizado (dicotómico), el cual exacerba las recurrentes crisis e inestabilidad emocional que definen esta condición. Las personas con TLP tienden a fluctuar entre la idealización y la devaluación de quienes les rodean, lo que genera relaciones interpersonales caóticas y conflictivas.
Otro aspecto alarmante es la alta incidencia de comportamientos autodestructivos, como automutilaciones e intentos de suicidio. Estudios indican que aproximadamente el 70% de los pacientes con TLP realizarán al menos un intento de suicidio a lo largo de su vida, y alrededor del 10% lo consumarán. Estas conductas suelen ser una respuesta a la intensa angustia emocional y al sentimiento crónico de vacío que experimentan.
Ante la gravedad que supone este trastorno, surge la pregunta: ¿existe alguna manera de abordarlo, o incluso, deshacerse de él?
Desde el ámbito de la psicología, se ha demostrado que la Terapia Breve Estratégica (TBE) ofrece resultados esperanzadores en un período de tiempo relativamente corto. La Terapia Breve Estratégica fue desarrollada por el psicólogo y psicoterapeuta Giorgio Nardone. Se trata de un modelo de intervención que se centra en identificar y modificar los patrones disfuncionales que perpetúan el problema, en lugar de profundizar en las causas pasadas. Su objetivo principal es lograr que, a través de técnicas específicas, el paciente observe su situación desde una perspectiva diferente, facilitando así un cambio significativo en su forma de pensar, sentir y actuar. La TBE no solo le brinda al paciente una mejora en su calidad de vida en un periodo de tiempo acotado; ayuda también a provocar un cambio positivo y duradero, y a construir una personalidad sólida y coherente.
En el tratamiento del TLP, la TBE se destaca por interrumpir los patrones disfuncionales que sostienen el problema. Un buen ejemplo práctico es la aplicación de técnicas específicas sobre los comportamientos impulsivos y manipuladores que se manifiestan en este espectro debido al miedo irracional al abandono; estas dinámicas se tratan a través de los métodos de la prescripción del síntoma y el diálogo estratégico, las cuales buscan romper el círculo vicioso de estas conductas. Estas técnicas no solo ayudan al paciente a tomar conciencia de sus patrones, sino que también le proporcionan herramientas concretas para gestionar sus emociones y reacciones de manera más adaptativa. El enfoque en el presente que postula la TBE es también beneficioso para los pacientes con TLP, quienes suelen tener pensamientos rumiantes catastrofistas y emociones intensas, además de involucrarse constantemente en situaciones caóticas. Al centrarse en soluciones concretas y alcanzables, el paciente puede tomar decisiones de manera más meditada, reduciendo la impulsividad y fomentando una mayor autonomía.
A través de la consolidación de nuevos patrones cognitivos y conductuales, el paciente puede desarrollar una personalidad más sólida, lo que se traduce en una mejora significativa en su calidad de vida.
Referencias
Escribano Nieto, T. (2006). Trastorno límite de la personalidad: Estudio y tratamiento.
Nardone, G., Balbi, E., Vallarino, A., & Bartoletti, M. (2019). Psicoterapia breve a largo plazo. Herder Editorial.